A lo largo de nuestra vida, hay un momento en el que nos encontramos ante la necesidad de colocarnos carillas y coronas dentales. Es común la indecisión, pues son similares y generan dudas. Pero cada una de ellas cuenta con unas características propias que la harán más o menos adecuada para nuestro caso concreto.
Carillas dentales, qué son y para que las empleamos
En primer lugar, las carillas dentales, también conocidas como fundas dentales, son unas prótesis de porcelana. Son delgadas y se pegan a la superficie de los dientes, de manera que la apariencia final es muy natural. Se adaptan tanto que es casi imposible percibirlas. Los motivos por los que se usan las carillas son la corrección de dientes fracturados tras un golpe, dientes sanos, pero con una mala apariencia, dientes desalineados o con espacios entre ellos, etcétera.
Dentro de las opciones de carillas, existen diferentes tonalidades, entre las que se elegirá la que más se asemeja al color natural del paciente. Su empleo mejora enormemente no solo nuestra salud bucal, sino también la estética de nuestra sonrisa.
Coronas dentales, ¿son lo mismo?
Por otro lado, las coronas dentales son prótesis colocadas de manera fija. Es decir, una vez colocadas, no las podremos quitar con frecuencia, solo podrán ser manipuladas por parte del dentista. Las coronas se emplean en los casos en los que el estado del diente en cuestión está muy deteriorado. No podremos colocar una carilla, pues para ello el diente debe estar estructural y orgánicamente conservado.
Por lo tanto, se emplearán coronas para cubrir dientes completamente destruidos. Al igual que las carillas, existen no solo diferentes tonos, sino también distintos materiales menos frecuentes. Pues los dientes de oro no son otra cosa que coronas de oro.
Por lo tanto, dependiendo de cuál sea la patología concreta, la decisión conjuntade dentista y paciente se inclinará por una u otra opción.
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